El diseño es una práctica que se utiliza en distintas disciplinas desde las diferentes ingenierías, pasando por la Arquitectura y las Artes Aplicadas. En realidad, toda disciplina creativa recurre a este procedimiento que, luego se plasma en objetos, dibujos, bocetos y esquemas. Como explica Agosti de Landa (2010), “el diseño es la invención de un objeto a partir de otro que le precede en el tiempo. El diseño es el proceso de creación visual con un propósito (estético y/o funcional), con la búsqueda de una solución”.
La tarea esencial del diseño de los jardines pretende un máximo aprovechamiento de las superficies e, incluso, la búsqueda de un efecto de “agrandamiento” a través de la correcta utilización de todos los elementos.
Como sabemos, los jardines requieren de un gran cuidado en su elaboración y mantenimiento, de manera que los árboles, las plantas o flores no se pueden colocar de un modo casual. Es fundamental pensar en el equilibrio y la belleza del resultado final.
A la hora de diseñar un espacio verde, debemos tener en cuenta tres elementos: césped, cielo y plantas. Por otro lado, las paredes, los árboles o los arbustos influyen en la totalidad del jardín, generando subespacios interconectados, dentro de una misma área.
No obstante, desde el punto de vista del diseño, el césped es el plano horizontal que integra y realza las distintas composiciones del jardín.
Hay múltiples alternativas de diseño según los aspectos a considerar: el terreno, los materiales a emplear, el propósito, entre otros. Sin embargo, hay una serie de rasgos que siempre se deben respetar:
- Alrededor de una edificación, el jardín debe acordar con las líneas rectas y los ángulos que definen a la construcción.
- A medida que el jardín se aleja de la casa, se puede ir aumentando la variedad de formas y texturas, de manera que pueden empezar a predominar las curvas y los círculos. De este modo, las áreas de mayor superficie se ocupan con césped, mientras que los arbustos y los árboles aportan verticalidad y constituyen el verdadero esqueleto del espacio.
- Cuando los terrenos son extensos, podemos introducir zonas ajardinadas más “naturales”, donde predominen los árboles y el aspecto sea más sencillo y rústico. El gran beneficio de este recurso es su bajo mantenimiento.
Al margen de estas tres reglas, lo primero que hay que hacer es un estudio exhaustivo de: el asoleamiento (mediante las salidas y puestas del sol), el viento, la estación del año, la ubicación de la propiedad, las actividades que se realizan en ella, el tipo de suelo y los usos que eventualmente tendrá el césped.
Luego se realiza un croquis del terreno con la ubicación de la casa y rumbo (exposición), con los datos recolectados en el estudio de asoleamiento y con los objetivos planteados. Confeccionar este bosquejo, antes de elegir las especies y la forma de implantación, es fundamental para un buen resultado final.
A continuación, analizaremos todas las fases que debemos completar para asegurar el éxito de nuestro diseño:
Estudio del suelo
Es recomendable realizar un estudio del suelo para poder distinguir sus características y adaptarse a ellas a la hora de empezar a plantar. Cuando ya existe un jardín y lo que se pretende es modificarlo, conviene registrar las plantas o árboles preexistentes y apuntar, en un boceto, la estructura del jardín anterior. De esta manera, nos aseguramos de aprovechar al máximo todos los elementos posibles.
Asimismo, conviene tener siempre presente el presupuesto del que se dispone tanto para ponerlo en práctica como para su posterior mantenimiento.
El césped
Aunque, el césped es un elemento destacado, siempre hay que pensarlo en relación con los otros componentes del jardín. Por ejemplo, un factor a contemplar es el terreno. Hay que tener presente que, en los terrenos bajos, el jardín puede sufrir inundaciones por lo que es conveniente aterrazar para que las plantas puedan desarrollar sus raíces por encima del agua.
Otros puntos a considerar son las relaciones entre céspedes y árboles o céspedes y obras arquitectónicas. Es fundamental recordar las dificultades que revisten el crecimiento, desarrollo y mantenimiento del césped en la zona de debajo de los árboles y en los alrededores de una construcción.
Precisamente, en el caso de suelos compactados es necesaria la aireación del terreno.
En cuanto a su estética, la carpeta puede tener distintas formas:
- Apaisada: para los jardines paisajistas. El césped sigue la forma dejada por los canteros de las borduras florales y arbustivas, generalmente se usan elementos flexibles como puede ser una manguera y luego se marca la forma elegida con una pala filosa.
- Geométrica o Formal: el césped se ubica en un lugar determinado, de forma circular, rectangular, cuadrada, elíptica, etc. Y generalmente conforma un parterre de césped y arreglos florales o un bordado.
Selección de las plantas
El tipo de suelo, la profundidad disponible para plantar, la luminosidad ambiente (la cantidad de horas de sol), la humedad, la calidad del agua, la variabilidad térmica y de corrientes de viento son los principales factores para la elección de las plantas que van a integrar un jardín. Por su parte, la gran diversidad de especies hace que siempre podamos encontrar alguna que se adapte a nuestras necesidades y gustos estéticos.
El resultado final del jardín dependerá de las plantas que se utilicen, de su textura, estructura, forma, colores o flores. Las plantas son útiles para crear nuevos espacios y producir diferentes sensaciones. No se deben seleccionar las plantas en función de la belleza de sus flores, sino por el hecho de que las condiciones sean favorables para su supervivencia.
Todo ejemplar debe ser conocido y analizado porque es fundamental pensar la posición y la función de cada planta dentro del conjunto del jardín. Así, pueden colocarse varias plantas juntas o por separado.
La elección y ubicación de las plantas debe armonizar con el diseño y no al revés. Por eso, es importante comprar las plantas o ir al vivero después de planificar. Si se trata de un jardín pequeño, no podemos poner plantas que tiendan a crecer mucho ya que quitarían gran parte del espacio y tendríamos que realizar una poda constante.
El cambio estacional también influye en la selección de la vegetación. Siempre se debería incluir algunas plantas perennes, que mantengan la hoja todo el año, para evitar que el jardín quede desierto en Invierno. Lo mismo sucede con las flores que, además de formas diversas, aportan la nota de color. Deberíamos procurar utilizar aquellas especies que tengan prolongados periodos de floración o floraciones reiteradas en el año.
Por último, hay que evitar incluir excesivas variedades de plantas en la misma zona. Lo aconsejable es dar lugar a un diseño sencillo, no recargado, mediante la elección de un color dominante y la agrupación cuidadosa de distintas variedades.
Los árboles
Debido a su verticalidad, su fortaleza estructural y al impacto visual que causan, los árboles constituyen el centro de referencia durante el diseño de un jardín. Al igual que las plantas, también ofrecen una gran variedad de posibilidades por lo que su distribución y elección deben ser muy bien planificadas.
Dentro de la planificación de un jardín, los árboles pueden: constituir pantallas (a modo de setos altos o como masa cortavientos), crear fondos con masas de árboles, hacer grupos de 3 o 4 ejemplares o grandes masas, formar alineaciones a cada lado de un camino o, bien, plantarse aislados para ser apreciados en su individualidad.
Para su disposición hay que considerar dos factores: tamaño y crecimiento. El tamaño de un árbol se mide, sobre todo por su altura y por el diámetro de su copa. Así, es posible encontrar árboles de primera magnitud o grandes (más de 20 m), de segunda magnitud o medianos (entre 10 y 20 m) y de tercera magnitud o pequeños (10 m o menos). Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta la velocidad de crecimiento de los árboles, con el fin de evitar posibles problemas de espacio o de desarrollo del árbol. La velocidad de crecimiento está determinada por la especie o variedad que se trate.
Además de su funcionalidad, los árboles tienen una misión ornamental, ya que las formas de los árboles son diversas: esféricas, columnares, pendulares, en forma de sombrilla, o en forma de abanico. Estas formas brindan un atractivo al jardín, además de ofrecer sombra. También hay que tener presente si se trata de clases perennes o caducas, el color, la textura del follaje, el brillo de las hojas, las flores y los frutos. Los árboles perennes, cuyas hojas no caen en ninguna estación del año, son muy útiles como cortavientos y para mantener el color verde en invierno. Los caducos, que pierden sus hojas en otoño, dan sombra en verano y en invierno permiten el paso de la luz a través de sus ramas.
Sistema de riego
Su planificación es uno de los fundamentos principales del jardín, ya que del riego adecuado depende la vida del mismo. Hay que señalar que el agua no se puede administrar negligentemente, sino que cada planta debe recibir el agua que requiere. Por eso, no se debe regar con calendario, la frecuencia depende de distintos factores que habrá que ir viendo en cada caso. Por ejemplo, a pleno sol siempre hay que regar más que en la sombra, algunos climas son más lluviosos que otros, las especies recién cultivadas piden más agua (porque tienen un sistema radicular poco desarrollado aún), cuando se trata de plantas en maceta hay que regarlas bastante más que las sembradas en el suelo.
Actualmente, esta actividad se ha simplificado mucho gracias a la existencia de sistemas automáticos, capaces de adaptarse a cualquier necesidad. Sin dudas, el riego automático con programador es el sistema más eficiente para regar un jardín ya que admite todo tipo de emisores, desde aspersores y difusores hasta goteo. No obstante siempre existen zonas de jardín a las que el riego automático no llega lo suficiente o que precisa condiciones especiales de regado. Para estos casos se emplea el riego manual.
Complementos
En todo diseño de jardín es importante lograr puntos focales de atracción visual. Puede ser una fuente, una escultura, un pequeño estanque, plantas con poda topiaria, un rincón de maceta, un adorno. Si el jardín es pequeño conviene hacer uso de un único ornamento que actuará de punto focal.
Un buen recurso para obtener un punto focal es la instalación de algún tipo de circuito de agua. Además de aportar belleza, el agua permite la vida de nuevas especies de animales y plantas. Lo primero que se debe realizar, entonces, es la elección del elemento adecuado para ese jardín; decisión que dependerá de la utilidad que se le pretenda dar. Así, la primera opción consiste en las fuentes (una pequeña pileta con una boquilla y un surtidor) que admite no sólo la circulación de agua, sino también el sonido o la instalación de iluminación.
Por lo general, las fuentes suelen ser piezas elaboradas en piedra reconstruida, arcilla, cemento, materiales sintéticos como el PVC, mármoles o piedra natural. Hay numerosos modelos y estilos disponibles, desde las minimalistas y despojadas hasta las que se destacan por los detalles de sus bases y platos y pueden tener figuras trabajadas que pueden alcanzar una altura de hasta más de dos metros.
Es aconsejable que la fuente no quede situada debajo de un árbol ya que, eventualmente, éste despedirá hojas secas y dará un aspecto sucio y desprolijo. Del mismo modo, tampoco se aconseja colocarla en un lugar donde haya mucho viento, porque la evaporación del agua es mayor y, además, el chorro de agua que despida el surtidor se verá desviado y deformado. Conjuntamente con estas precauciones, hay que ser muy cauto para evitar posibles problemas derivados de la conjunción del agua y los sistemas eléctricos.
Otra posibilidad de punto focal es la colocación de un bebedero de pájaros. Se trata de una estructura que, normalmente, incluye un pie y que también puede tener movimiento.
Finalmente, existen otros medios de enorme originalidad aunque sean más complicados en su construcción. Una de ellos, y tal vez el más bello, es la construcción de un estanque, ya sea natural o artificial. El estanque es ideal para cuando se desea tener plantas acuáticas o peces, porque una fuente, por el movimiento del agua que produce, impide la vida de éstos.