La jardinería es un mundo apasionante del que podemos beneficiarnos mucho. Y no se refiere sólo a lo gratificante que es construir un jardín o cuidar de las plantas, sino también a la tranquilidad que se tiene cuando estamos con ellas. Aún y así, también en él encontramos una serie de falsas verdades que pueden confundirnos.
Para evitar que esto suceda, vamos a ver qué mitos de jardinería existen a la hora de construir nuestro propio jardín, y si son verdad o por el contrario es mejor ignorarlos.
“Si el terreno tiene desniveles, hay que eliminarlos”.
Para conseguir un jardín bonito, no es imprescindible una superficie alisada. Es mejor mantener su perfil y crear distintos niveles, que aporten profundidad, amplitud y estética con un diseño apropiado. Además, resulta costoso el movimiento de tierra para allanar una parcela, aunque sea pequeña.
“Un jardín mediterráneo es un secarral lleno de arbustos espinosos”.
Por supuesto que no. Dentro de la flora mediterránea hay especies con todo tipo de portes y espectaculares floraciones, que pueden configurar un jardín sostenible y bello a la vez.
“Las únicas especies para un jardín de este tipo sólo son las nativas”.
Aunque están mejor adaptadas a las condiciones naturales de la zona, no es preciso que todas las plantas del jardín sean autóctonas. Existen especies alóctonas que han formado parte de los jardines mediterráneos desde hace siglos.
“Las plantas son seres vivos fácilmente dominables”.
Ten en cuenta el crecimiento de las especies y su tamaño final. El jardín va evolucionando con el tiempo y un pequeño árbol puede ser en el futuro, el rey del jardín, o alguna poderosa enredadera, puede llegar a tapar una ventana.
“No hay prisa, el jardín se puede hacer poco a poco”.
No es buena idea hacer el jardín por partes, ya que eso suele implicar la ausencia de un plan común para todo el conjunto. Si no tienes recursos suficientes, haz un plan de todo el jardín y realízalo por fases: en la primera fase haz las infraestructuras y la obra civil, plantando las zonas que utilizaras más a menudo.
“Hay que echar gran cantidad de abono a las plantas”.
Abonando en exceso no se consigue que las plantas crezcan más y mejor, sino que se generan dos problemas: el exceso de nitrógeno produce un fruto demasiado tierno y grande, que es atacado con mayor facilidad por las plagas, y aumentan los daños por heladas, al disminuir la capacidad de respuesta de las plantas ante cambios bruscos de temperatura. Es mejor echar el abono en pocas cantidades y esporádicamente.
“Hay que podar los árboles en invierno, cuando están hibernando”.
En primer lugar, no es necesario podar todos los años, ya que de esta manera no se favorece un crecimiento fuerte, sino que se fuerza al árbol a que reponga cada año la masa verde imprescindible para sobrevivir. Cada año se pueden eliminar las ramas secas y es mejor el verano para cortar los retoños de las ramas principales y para hacer cortes selectivos en las puntas de las ramas.